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Synopsis

  «Y para que no me exaltara demasiado por la grandeza de las revelaciones, se me clavó un aguijón en el cuerpo, un mensajero de Satanás, para que me abofetee y no deje que yo me enaltezca» (2 Corintios 12:7) Por años, el diablo se ha valido de la enseñanza tradicional del aguijón en la carne del apóstol Pablo para convencernos de que no necesitamos las bendiciones de Dios, y que debemos aceptar todo, desde las enfermedades hasta el pecado. Y nos convenció que lo hagamos por voluntad propia. Quizás sea la interpretación errónea más destructiva y a la vez, más ampliamente aceptada que exista en el Cuerpo de Cristo. He ido a países a predicar a personas que apenas tenían conocimiento de la Palabra, y aún así me di cuenta que la enseñanza acerca del aguijón de Pablo ya había llegado a ellos. A la mayoría de ellos se les dio la enseñanza errónea. La tradición dice que Dios le dio a Pablo el aguijón en la carne. Además, la tradición convierte al aguijón en un gran misterio. ¡Pero las Escrituras no dicen